Con el dinero prestado por Elena, Christian realizó su primer negocio. Lo invirtió en la compra de un pequeño supermercado, que anticuado, había perdido gran parte de sus clientes. Le faltaban la mitad de los productos y a menudo sus estanterías estaba vacías y descuidadas. Además del dinero prestado, hubo de solicitar un crédito al banco que le concedieron con el aval de Elena. Reflotó el supermercado y cuando tuvo nuevamente consolidada la clientela, lo vendió a una cadena, ganando un buen dinero con el que devolvió el crédito bancario y parte del préstamo de Elena.
Todo estaba saliendo como él había pensado. Tenía buen ojo para los negocios y sabía encontrar las oportunidades que le producían buenos beneficios. En otra ocasión fue una emisora de radio, pequeña. Cambió la programación y la forma de ofrecer la publicidad. Hizo conexiones y reportajes dirigidos a los vecinos del barrio en donde estaba situada. Y al igual que en el supermercado, la vendió a un canal que se había resentido en la publicidad con la pequeña emisora vecinal. Con esta venta se vio libre de deudas y aún le sobró dinero. Fueron sus primeras ganancias y supo invertirlas en bolsa, produciéndole pingües beneficios, y así sucesivamente, hasta que consiguió su primer millón de dólares.
Su relación con Elena continuaba, pero ya no era igual que al principio. Muy probablemente su cabeza no sólo pensaba en sexo. Ahora tenía preocupaciones por sacar adelante el negocio que había planeado. Tomó una oficina pequeña y una secretaria. Una joven recién salida del instituto que necesitaba trabajar. Se impuso la autodisciplina de no tener ningún tipo de relación con ninguna empleada suya, nada más que la estrictamente profesional, y a pesar de que la chica era bonita y no dejaba de mirarle, Christian la ignoró, hasta el punto de que ella se aburrió y se marchó. Rápidamente la substituyo otra , pero esta vez era una mujer de más edad. Era eficiente y de gran ayuda para él, que no solo se encargaba de la oficina, sino que cuando estaba muy ocupado, también lo hacía de los bancos y de los clientes. Llegó a ser su mano derecha; congeniaban perfectamente. Rose, que así se llamaba, era de familia irlandesa afincada en Estados Unidos desde hacía mucho tiempo.
El señor Lincoln, sospechaba desde hacía tiempo, que su mujer tenía algo raro . No entendía la manía de poner una peluquería. Ella no necesitaba trabajar. Tuvieron una bronca descomunal, cuando descubrió en el extracto del banco, que había sacado cien mil dólares, y a su pregunta de dónde estaban para qué los quería, la respuesta que le dio Elena no le satisfizo en absoluto. Linc dijo que tenía que realizar un viaje y que estaría fuera un par de días. Elena respiró aliviada. Hacía tiempo que no veía a Christian y le echaba de menos, no sólo a él, sino sus caricias y su sexo. Su marido hacía tiempo, que a pesar de dormir juntos, ni siquiera le deseaba las buenas noches. La situación había empeorado desde la cuestión de los cien mil dólares.
A penas hubo salido por la puerta. Elena marcó el número de Christian por ver si ese mismo día podían verse en su rincón preferido, ocultos de miradas curiosas. Christian atendió su llamada y su petición. Estuvieron juntos toda la noche, hasta el amanecer. Su pasión fue como siempre salvaje y brutal por parte de ambos.
Elena llegó a casa, cuando las primeras luces del día apuntaban en el horizonte, se despidió de Christian dándole un beso en los labios, profundo, como si fuera la última vez que se vieran. Desde la bronca con su marido, andaba con pies de plomo, por temor a que él descubriese todo.
Cuando metió la llave en la cerradura, notó algo en el ambiente que la extrañó, y el corazón le dio un vuelco. En la sala en la que habitualmente veían la televisión, se encontraba Linc con una copa en la mano y la botella de whisky medio vacía. Algo presagió , y no era bueno.
El, pausadamente, se levantó del asiento y fue a su encuentro. Ella permanecía clavada en el suelo, no podía moverse. Un mal presentimiento la estaba invadiendo. Le alarmaba la calma, que aparentemente su marido demostraba. Trabajaba su imaginación a marchas forzadas, buscando una justificación a su llegada a casa, pero sabía que no la tenía y esperaba que de un momento a otro, estallase una nueva bronca, pero esta vez sería mucho mayor.
Cuando Lincoln estaba a su altura, levantó la mano y le asestó un bofetón tan fuerte, que la derribo al suelo, al tiempo que la llamaba puta. La agarró fuertemente de un brazo, la levanto , y con toda la furia que sentía la golpeaba una y otra vez. La dio un puñetazo en la cara que la desencajó la mandíbula. La agarraba fuertemente de uno de sus brazos, lanzándola contra los muebles. La pegaba sin cesar, sin consideración alguna, hasta que perdió el conocimiento y entonces paró de darla golpes. Llamó a una ambulancia para que se la llevaran a una clínica.
Como era un hombre adinerado y conocido en la ciudad por sus negocios madereros, lo que contó a la policía es que cuando llegó a su casa de un viaje que había realizado, se la encontró así y todos los muebles tirados por el suelo.
- ¿ Ha visto si le falta algo de valor ? Ya sabe... puede tratarse de un robo
- Agente, comprenderá que al encontrar así a mi mujer, en lo que menos he pensado ha sido en mirar si faltaban joyas, dinero, en fin ... No lo sé, francamente, no he mirado. Y ahora si me perdona, deseo hablar con los médicos.
- Desde luego, señor Lincoln. Abriremos una investigación, no se preocupe
Tuvo que esperar un buen rato hasta que uno de los médicos que atendían a Elena, salió para darle el parte
- ¿ Es usted familiar ?- le preguntó el médico
- Si, soy su marido- respondió Linc
- Bien, señor. Su mujer tiene múltiples contusiones. Tiene un brazo fracturado, la mandíbula y un fuerte golpe en la cabeza. La hemos dado un sedante para mantenerla dormida y evitar los dolores. La estamos haciendo radiografías y un Tac. Miraremos a ver si tiene alguna lesión interna, etcétera. Está estable, pero grave. Ha recibido una paliza brutal. Espero que puedan detener al maldito que la ha agredido de forma tan bestial.
- ¿ Puedo verla ?-preguntó Linc
- Un minuto solamente. Como le he dicho hay que hacerla pruebas para confirmar que no hayan más lesiones. Véala y después váyase a casa. Estará en la UVI, al menos hasta mañana. Si hubiera alguna novedad, nos pondríamos en contacto con usted inmediatamente. Deje un teléfono en el control, por si acaso
- Pero corre peligro de...
- No, no se preocupe, pero tardará una buena temporada en estar bien- Se despidió del médico cuando éste regreso a la habitación que ocupaba Elena.
Fue noticia en el periódico, y por él se enteró Christian de lo ocurrido. Hubiera querido acudir al hospital a verla, pero pensaba que era más prudente no hacer acto de presencia en ese momento. Encontraría un hueco para hacerlo, o bien a través de su madre, ya que trabajaba en el mismo hospital en donde estaba ingresada. Se sintió culpable. Estuvieron jugando con fuego desde hacía mucho tiempo, y alguna vez tenían que quemarse, y ocurrió aquella noche. Lo lamentaba profundamente, a pesar de todo lo ocurrido entre ellos, del tipo de relación que habían tenido. Christian la debía mucho. Ella no solo había contribuido a su negocio, sino que le había hecho que volviera a ser capaz de ser una persona normal y no la fiera desatada que era de adolescente. Tendría que tener cuidado para no empeorar más la situación, por ella principalmente.
Elena estuvo ingresada quince días. Su marido cubrió las apariencias de ser un esposo fiel y cariñoso, mientras estuvo a la vista de todos en el hospital. .Recibió la visita de Grace, apenada por lo ocurrido a su amiga, pero Christian ni siquiera la llamó por teléfono. El día que regresó a su casa
Lincoln, la presentó el documento de la demanda de divorcio para que lo firmara, cosa que Elena hizo sin dudar ni un segundo. Recibiría los bienes correspondientes en gananciales, ante la reticencia de Linc, que se negaba a costearla una vida de millonaria, después de haberle puesto los cuernos.
Estaba rabioso, pero la ley le obligaba y la presión de ella con la amenaza de denunciarle, si no la daba lo que correspondía. Y Elena obtuvo un buen pellizco de los bienes de su marido. El hizo las maletas y salió esa misma tarde de su casa, y en años no volvería a saber de él. Fue ella, la que llamó a Christian una vez el marido se marchó de su casa y de su vida.
- ¿ Le has denunciado ? - le preguntó Christian - No quise ir a visitarte, ni siquiera preguntar por ti, por no complicarte más las cosas. Todo esto ha sido culpa mía, y nunca me lo perdonaré
- No Christian. No ha sido culpa tuya. Los dos lo quisimos así, y por fin estoy liberada de ese pedazo de animal, aunque me haya dejado hecha un guiñapo. Y gracias a que no le he denunciado he podido agarrarle bien, porque se negaba a darme ni un centavo
-Tenemos que dejarlo, Elena. Esto no puede seguir asi. Seguiremos viéndonos de vez en cuando, pero simplemente como amigos. Me pesará el resto de mi vida esa agresión
- Pero Christian, ahora somos libres
- No Elena. La verdad es que nunca debimos hacerlo, pero ya no hay vuelta atrás. Sabes que cuando tomo una decisión la llevo hasta el final, y ésta la he pensado muy bien. No obstante, cuando te hayas recuperado, tenemos que hablar. Deseo plantearte un negocio. Me has ayudado mucho y te lo debo. Quiero compensarte por ello y por ésto que te he provocado, aunque no lo deseara.
-¿ Qué negocio quieres plantearme?- dijo ella intrigada
- Deseo seamos socios. Te gusta la peluquería, bien, pues montaremos un salón de belleza de gran altura. Tu serás quién esté al cargo de todo. Elegirás personal y dirigirás la instalación. Yo aportaré el capital para montarlo. Deseo que cumplas tu sueño y que de ahora en adelante no tengas que pedir permiso a nadie para usar tu dinero.
- ¿ Me lo estás proponiendo en serio ?
-¿ Cuando digo una cosa que no esté pensando en hacerla? Cuando estés bien, buscaremos local por una zona de alto nivel adquisitivo. Haremos todo lo que las mujeres hacéis para embelleceros, todo absolutamente todo lo más moderno en cosmética. Los profesionales serán de primerísima categoría. En fin lo que se dice de altísimo nivel. Y ahora tengo que dejarte,. Hay unos señores esperándome para hacer un buen negocio. Cuídate Elena. Trataré de verte, pero no quiero comprometerte. No respondo de la actuación de ese tipo si se entera que soy yo el que se acostaba contigo
- No te preocupes Christian, ha salido de mi vida definitivamente.
Y de esa forma llegaron a ser socios de un negocio, que con acierto ella impulsó.
Autora del relato 1996rosafermu, basado en la trilogía de la escritora británica E L James, Cincuenta sombras de Grey.
Ilustraciones: Archivo de 1996rosafermu
DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS
Todo estaba saliendo como él había pensado. Tenía buen ojo para los negocios y sabía encontrar las oportunidades que le producían buenos beneficios. En otra ocasión fue una emisora de radio, pequeña. Cambió la programación y la forma de ofrecer la publicidad. Hizo conexiones y reportajes dirigidos a los vecinos del barrio en donde estaba situada. Y al igual que en el supermercado, la vendió a un canal que se había resentido en la publicidad con la pequeña emisora vecinal. Con esta venta se vio libre de deudas y aún le sobró dinero. Fueron sus primeras ganancias y supo invertirlas en bolsa, produciéndole pingües beneficios, y así sucesivamente, hasta que consiguió su primer millón de dólares.
Su relación con Elena continuaba, pero ya no era igual que al principio. Muy probablemente su cabeza no sólo pensaba en sexo. Ahora tenía preocupaciones por sacar adelante el negocio que había planeado. Tomó una oficina pequeña y una secretaria. Una joven recién salida del instituto que necesitaba trabajar. Se impuso la autodisciplina de no tener ningún tipo de relación con ninguna empleada suya, nada más que la estrictamente profesional, y a pesar de que la chica era bonita y no dejaba de mirarle, Christian la ignoró, hasta el punto de que ella se aburrió y se marchó. Rápidamente la substituyo otra , pero esta vez era una mujer de más edad. Era eficiente y de gran ayuda para él, que no solo se encargaba de la oficina, sino que cuando estaba muy ocupado, también lo hacía de los bancos y de los clientes. Llegó a ser su mano derecha; congeniaban perfectamente. Rose, que así se llamaba, era de familia irlandesa afincada en Estados Unidos desde hacía mucho tiempo.
El señor Lincoln, sospechaba desde hacía tiempo, que su mujer tenía algo raro . No entendía la manía de poner una peluquería. Ella no necesitaba trabajar. Tuvieron una bronca descomunal, cuando descubrió en el extracto del banco, que había sacado cien mil dólares, y a su pregunta de dónde estaban para qué los quería, la respuesta que le dio Elena no le satisfizo en absoluto. Linc dijo que tenía que realizar un viaje y que estaría fuera un par de días. Elena respiró aliviada. Hacía tiempo que no veía a Christian y le echaba de menos, no sólo a él, sino sus caricias y su sexo. Su marido hacía tiempo, que a pesar de dormir juntos, ni siquiera le deseaba las buenas noches. La situación había empeorado desde la cuestión de los cien mil dólares.
A penas hubo salido por la puerta. Elena marcó el número de Christian por ver si ese mismo día podían verse en su rincón preferido, ocultos de miradas curiosas. Christian atendió su llamada y su petición. Estuvieron juntos toda la noche, hasta el amanecer. Su pasión fue como siempre salvaje y brutal por parte de ambos.
Elena llegó a casa, cuando las primeras luces del día apuntaban en el horizonte, se despidió de Christian dándole un beso en los labios, profundo, como si fuera la última vez que se vieran. Desde la bronca con su marido, andaba con pies de plomo, por temor a que él descubriese todo.
Cuando metió la llave en la cerradura, notó algo en el ambiente que la extrañó, y el corazón le dio un vuelco. En la sala en la que habitualmente veían la televisión, se encontraba Linc con una copa en la mano y la botella de whisky medio vacía. Algo presagió , y no era bueno.
El, pausadamente, se levantó del asiento y fue a su encuentro. Ella permanecía clavada en el suelo, no podía moverse. Un mal presentimiento la estaba invadiendo. Le alarmaba la calma, que aparentemente su marido demostraba. Trabajaba su imaginación a marchas forzadas, buscando una justificación a su llegada a casa, pero sabía que no la tenía y esperaba que de un momento a otro, estallase una nueva bronca, pero esta vez sería mucho mayor.
Cuando Lincoln estaba a su altura, levantó la mano y le asestó un bofetón tan fuerte, que la derribo al suelo, al tiempo que la llamaba puta. La agarró fuertemente de un brazo, la levanto , y con toda la furia que sentía la golpeaba una y otra vez. La dio un puñetazo en la cara que la desencajó la mandíbula. La agarraba fuertemente de uno de sus brazos, lanzándola contra los muebles. La pegaba sin cesar, sin consideración alguna, hasta que perdió el conocimiento y entonces paró de darla golpes. Llamó a una ambulancia para que se la llevaran a una clínica.
Como era un hombre adinerado y conocido en la ciudad por sus negocios madereros, lo que contó a la policía es que cuando llegó a su casa de un viaje que había realizado, se la encontró así y todos los muebles tirados por el suelo.
- ¿ Ha visto si le falta algo de valor ? Ya sabe... puede tratarse de un robo
- Agente, comprenderá que al encontrar así a mi mujer, en lo que menos he pensado ha sido en mirar si faltaban joyas, dinero, en fin ... No lo sé, francamente, no he mirado. Y ahora si me perdona, deseo hablar con los médicos.
- Desde luego, señor Lincoln. Abriremos una investigación, no se preocupe
Tuvo que esperar un buen rato hasta que uno de los médicos que atendían a Elena, salió para darle el parte
- ¿ Es usted familiar ?- le preguntó el médico
- Si, soy su marido- respondió Linc
- Bien, señor. Su mujer tiene múltiples contusiones. Tiene un brazo fracturado, la mandíbula y un fuerte golpe en la cabeza. La hemos dado un sedante para mantenerla dormida y evitar los dolores. La estamos haciendo radiografías y un Tac. Miraremos a ver si tiene alguna lesión interna, etcétera. Está estable, pero grave. Ha recibido una paliza brutal. Espero que puedan detener al maldito que la ha agredido de forma tan bestial.
- ¿ Puedo verla ?-preguntó Linc
- Un minuto solamente. Como le he dicho hay que hacerla pruebas para confirmar que no hayan más lesiones. Véala y después váyase a casa. Estará en la UVI, al menos hasta mañana. Si hubiera alguna novedad, nos pondríamos en contacto con usted inmediatamente. Deje un teléfono en el control, por si acaso
- Pero corre peligro de...
- No, no se preocupe, pero tardará una buena temporada en estar bien- Se despidió del médico cuando éste regreso a la habitación que ocupaba Elena.
Fue noticia en el periódico, y por él se enteró Christian de lo ocurrido. Hubiera querido acudir al hospital a verla, pero pensaba que era más prudente no hacer acto de presencia en ese momento. Encontraría un hueco para hacerlo, o bien a través de su madre, ya que trabajaba en el mismo hospital en donde estaba ingresada. Se sintió culpable. Estuvieron jugando con fuego desde hacía mucho tiempo, y alguna vez tenían que quemarse, y ocurrió aquella noche. Lo lamentaba profundamente, a pesar de todo lo ocurrido entre ellos, del tipo de relación que habían tenido. Christian la debía mucho. Ella no solo había contribuido a su negocio, sino que le había hecho que volviera a ser capaz de ser una persona normal y no la fiera desatada que era de adolescente. Tendría que tener cuidado para no empeorar más la situación, por ella principalmente.
Elena estuvo ingresada quince días. Su marido cubrió las apariencias de ser un esposo fiel y cariñoso, mientras estuvo a la vista de todos en el hospital. .Recibió la visita de Grace, apenada por lo ocurrido a su amiga, pero Christian ni siquiera la llamó por teléfono. El día que regresó a su casa
Lincoln, la presentó el documento de la demanda de divorcio para que lo firmara, cosa que Elena hizo sin dudar ni un segundo. Recibiría los bienes correspondientes en gananciales, ante la reticencia de Linc, que se negaba a costearla una vida de millonaria, después de haberle puesto los cuernos.
Estaba rabioso, pero la ley le obligaba y la presión de ella con la amenaza de denunciarle, si no la daba lo que correspondía. Y Elena obtuvo un buen pellizco de los bienes de su marido. El hizo las maletas y salió esa misma tarde de su casa, y en años no volvería a saber de él. Fue ella, la que llamó a Christian una vez el marido se marchó de su casa y de su vida.
- ¿ Le has denunciado ? - le preguntó Christian - No quise ir a visitarte, ni siquiera preguntar por ti, por no complicarte más las cosas. Todo esto ha sido culpa mía, y nunca me lo perdonaré
- No Christian. No ha sido culpa tuya. Los dos lo quisimos así, y por fin estoy liberada de ese pedazo de animal, aunque me haya dejado hecha un guiñapo. Y gracias a que no le he denunciado he podido agarrarle bien, porque se negaba a darme ni un centavo
-Tenemos que dejarlo, Elena. Esto no puede seguir asi. Seguiremos viéndonos de vez en cuando, pero simplemente como amigos. Me pesará el resto de mi vida esa agresión
- Pero Christian, ahora somos libres
- No Elena. La verdad es que nunca debimos hacerlo, pero ya no hay vuelta atrás. Sabes que cuando tomo una decisión la llevo hasta el final, y ésta la he pensado muy bien. No obstante, cuando te hayas recuperado, tenemos que hablar. Deseo plantearte un negocio. Me has ayudado mucho y te lo debo. Quiero compensarte por ello y por ésto que te he provocado, aunque no lo deseara.
-¿ Qué negocio quieres plantearme?- dijo ella intrigada
- Deseo seamos socios. Te gusta la peluquería, bien, pues montaremos un salón de belleza de gran altura. Tu serás quién esté al cargo de todo. Elegirás personal y dirigirás la instalación. Yo aportaré el capital para montarlo. Deseo que cumplas tu sueño y que de ahora en adelante no tengas que pedir permiso a nadie para usar tu dinero.
- ¿ Me lo estás proponiendo en serio ?
-¿ Cuando digo una cosa que no esté pensando en hacerla? Cuando estés bien, buscaremos local por una zona de alto nivel adquisitivo. Haremos todo lo que las mujeres hacéis para embelleceros, todo absolutamente todo lo más moderno en cosmética. Los profesionales serán de primerísima categoría. En fin lo que se dice de altísimo nivel. Y ahora tengo que dejarte,. Hay unos señores esperándome para hacer un buen negocio. Cuídate Elena. Trataré de verte, pero no quiero comprometerte. No respondo de la actuación de ese tipo si se entera que soy yo el que se acostaba contigo
- No te preocupes Christian, ha salido de mi vida definitivamente.
Y de esa forma llegaron a ser socios de un negocio, que con acierto ella impulsó.
Autora del relato 1996rosafermu, basado en la trilogía de la escritora británica E L James, Cincuenta sombras de Grey.
Ilustraciones: Archivo de 1996rosafermu
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