Me he enterado que esta noche los padres de Christian celebran una fiesta benéfica y quiere que le acompañe. No digo nada, pero tuerzo el gesto. Se queda mirándome y me pregunta qué me ocurre y si es que no deseo ir
- ¡ Claro que quiero ir!. Nunca he asistido a un evento como será ese, pero no tengo ropa adecuada
- Por eso no te preocupes. No llegué a devolver los vestidos que compré para tí. Hay un par de ellos que servirán.
Me miro en el espejo. Tengo el pelo hecho un desastre. Debería ir a la peluquería, recortarlo un poco y que me lo arreglaran para la ocasión. Nota que dudo y se pone detrás de mí reflejándonos ambos en el espejo. Me abraza por detrás y une su rostro al mio:
- Y ahora ¿ qué te pasa?
- Voy a ir a la peluquería. Quiero cortame un poco las puntas; hace un siglo que no lo hago y ya me toca.
- Muy bien, te llevaré a un local, que no está lejos de aquí. Allí te harán todo lo que quieras por cuenta de la casa. Es mio
-¿ Tuyo ? No creí que te interesara el apartado belleza
- No especialmente, lo hice como inversión.
- De acuerdo. Iremos a tu salón.
- Pero antes iremos a desayunar. Por cierto - se interrumpe y mete su mano en el bolsillo, y de él extrae un sobre que me entrega junto con unas llaves del coche-. Ya está arreglado, anoche lo trajo Taylor
- Y ¿ esto qué es? - pregunto intrigada. Cuando rasgo el sobre compruebo que contiene un cheque por veinticuatro mil dólares. En un principio no sé qué significa, y ante mi cara de asombro me dice:
- Es el importe que pagaron por tu esscarabajo
- No ni hablar,. es imposible. No lo acepto, de ninguna de las maneras
- ¿ Cómo que no ? Este dinero es tuyo
- No puede ser. Ese coche no lo valía ni de nuevo. No lo quiero
- Es tuyo, Anastasia. Lo vendió a un caprichoso de los coches; era un clásico.
- Muy bien, pues te compro el coche
- No ni hablar. El coche es un regalo por tu graduación. Y no se hable más del asunto. No tengo ganas de discutir. Es tuyo y basta
- Muy bien -. Rompo el sobre con su contenido en mil pedazos y triunfante me sonrio, pero Christian aparentemente permanece impasible, da media vuelta y se dirige al salón y escucho que habla con su secretaria dándole órdenes para que me abra una cuenta con veinticuatro mil dólares.¡ No me lo puedo creer!, y cuando llega hasta mí, estoy furiosa y me encaro con él. Pero Christian también está enfadado y con el dedo índice, me amenaza y me dice que no le presione, que ese dinero es mío y así se quedará. No sé qué decir, ni qué hacer.. Me coge de un brazo, y más tranquilo me dice:
- Y ahora si estás lista vamos a desayunar y después al salón de belleza
Vamos a un local cercano en el que hay donuts de todas clases. Nunca me lo hubiera imaginado en un lugar como este. Sonrío una vez disipadas las reticencias
- A mi me encantan - le digo
-- Cuando éramos pequeños mi padre nos llevaba a estos bares a comer donuts, sin decírselo a mi madre, claro. Decía que no eran muy saludables.
Le pregunto con carácter de qué se celebra la fiesta de esta noche y él me explica que es una fundación que crearon sus padres para ayudar a las familias de niños con problemas, ""como yo ", agrega. Me quedo mirando su cara sonriente, y me parece imposible que fuera un chico conflictivo, después recuerdo todo lo que me ha contado, y trato de cambiar de tema. Soy más rápida que él y cojo el ticket para abonar la cuenta, cosa que no le hace ninguna gracia, pero consigo convencerle que me gusta invitarle de vez en cuando. Casi todos mis gastos los abona él, y al menos deseo corresponder con algo que entra dentro de mis posibilidades.
Ya en la calle me toma de la cintura y paseamos por la arteria principal del barrio. Hay unas tiendas preciosas, casi todas de moda, perfumerías carísimas, alguna que otra joyería y zapaterías con las últimas marcas más de moda. Y me acuerdo de Kate, que aún no lo conoce bien : se volverá loca cuando contemple esta calle.
Nos detenemos frente a un instituto de belleza, exquisitamente decorado, amplio y lujoso. En su amplia portada y en uno de los cristales del escaparate, Hay un nombre en letras doradas " Esclava ". Un extraño nombre, y sonrío. Entramos y la recepcionista nos saluda amablemente, pero con mucha familiaridad, lo que me hace pensar que le conocen. ¡ Lógico si es el jefe !. Pero hay algo que no se me escapa, una frase que pronuncia y deduzco que hay algo que me oculta . " ¿ Lo de siempre, señor Grey ? " Y en ese momento sé que es aquí, justo aquí, a donde traía a sus sumisas. Como respondiendo a mis reflexiones me dice:
- Aquí te harán de todo. Todo lo que os gusta. Los profesionales son magníficos y te harán las últimas tendencias de lo que quieras. Depilación... completa... si lo deseas.
Él se rie, pero no me hace ninguna gracia. No digo nada, pero se da cuenta de que no ha sido oportuno el dichoso comentario. Carraspea y pasa su mano por la barbilla, algo que denota que no sabe por dónde salir. Al fondo del salón se abre una puerta y aparece una figura imponente. Una esbelta mujer vestida de negro con un cabello maravilloso y con un corte extraordinario. Maquillada perfectamente, espectacular. Christian se disculpa y me deja para dirigirse hacia el lugar en donde ha hecho su aparición esa bella mujer. Se conocen, se sonríen. Ella le toma de los brazos y le da un beso en la mejilla. ¿ Y yo no puedo hacerlo?. Entonces me doy cuenta de todo: ella es Mrs. Robinson, y recuerdo que me ha comentado que es su socia y excelente amiga.
Siento hervir la sangre en mis venas. ¿Cómo ha sido capaz de hacerme ésto? ¿ Se crería que no iba a darme cuenta? Es torpe, muy torpe. Le digo a la recepcionista que no voy a hacerme nada, que lo he pensado mejor. Doy media vuelta y me marcho.
Acelero el paso todo lo que puedo; en este momento no quiero fiestas, ni siquiera verle a él. Siento que viene corriendo y me detiene por un brazo cuando las lágrimas resbalan por mi cara, pero no sé si es tristeza o rabia, pero necesito hacérselo patente, que se dé cuenta que he descubierto su manejo
- Ana, Ana. Es sólo un amiga, nada más
-Y el lugar a donde mandabas a tus sumisas ¿ verdad? - Noto que él se queda cortado sin saber qué responder
- Perdona, tu no eres una sumisa.
- Desde luego que no, pero me has tratado como a una de ellas. Te crees muy listo, pero eres torpe, muy torpe. No sabes nada de mujeres, de las corrientes, al menos. Has creído que no me iba a dar cuenta. ¿Sabes el daño que me has hecho?
- Lo siento. Lo siento de verdad. Tienes razón, debí haberlo hablado contigo antes. Y está claro que de sumisa no tienes nada
- Y además ella te ha tocado y te ha besado, algo que yo tengo prohibido. Creo que me voy a casa. Sólo quería lavarme y cortarme el pelo, pero en algún sitio en el que tú no hayas tenido nada que ver ni con los empleados ni con las clientas.
- Esta bien , te lo harán en casa. - Saca su teléfono y supongo que llama al mismo Esclava y da la orden tajante de que en una hora quiere a un peluquero en su casa. Luego me comenta que es uno de los más afamados del país, pero a mi me da igual. El día que había amanecido tan bonito, se torna gris por momentos.
No se atreve a acercarse a mi, pero va a mi lado. Yo voy con la cabeza baja pensando en la carga tan grande que lleva sobre su espalda, y de rechazo yo también. Se rebusca en los bolsillos y saca de uno de ellos el móvil. Responde como es su costumbre: el apellido, cortante, escueto. Pero observo que no dice nada, y el color huye de su cara ¿ Qué pasa? Detenemos el paso y yo le observo detenidamente. Sus labios tiemblan un poco y a mi el corazón se me desboca. Ha pasado algo y estoy muerta de miedo. Por fin apaga el móvil, y me dice con voz segura , sin derecho a réplica, aunque yo se la hago.
- Vamos a tu apartamento. Harás una maleta y vendrás a mi casa. En una hora irá el peluquero
- No - le digo resuelta
¿ Cómo ? pregunta incrédulo
- Pues lo que he dicho. No iré a tu casa, iré a la mía y ya me lo cortaré en otra ocasión.
- Vas a venir a mi casa aunque tenga que llevarte a rastras.
- He dicho que no. No iré a ninguna parte.
- Muy bien, pues tú lo has querido
¿ Será posible ? se agacha y me toma por los muslos y me carga en su hombro. Me muero de vergüenza; todos nos miran y se ríen de nosotros. ¡Menudo papelón estamos haciendo!
- Déjame, déjame... Está bien iré andando-. Me deja en el suelo y yo salgo casi corriendo y él detrás de mí
Estoy furiosa porque va a salirse con la suya, pero de golpe me paro porque estoy pensando que algo grave ha ocurrido para cambiar de actitud y tener tanto empeño en que vayamos a Escala. Me mira jadeando por la caminata y en sus ojos, noto inquietud y preocupación.
- ¿ Qué pasa ?, y no trates de darme evasivas. Dime lo que ocurre o no iré a ninguna parte.
Me dice que han tenido noticias de Leila que siguen sin encontrarla, pero lo más grave es que ha comprado un arma. ¡ Dios mio !, exclamo horrorizada sin sangre en ls venas. ¿ Irá a por Christian despechada de su rechazo? Pero él tiene miedo no por él, sino por mi ¿ por mi,por qué ?. No pongo más objeciones y rápidamente llegamos al apartamento. Haré una pequeña maleta lo antes posible. No soportaría la idea de que a Christian le ocurriese algo
- ¡ Claro que quiero ir!. Nunca he asistido a un evento como será ese, pero no tengo ropa adecuada
- Por eso no te preocupes. No llegué a devolver los vestidos que compré para tí. Hay un par de ellos que servirán.
Me miro en el espejo. Tengo el pelo hecho un desastre. Debería ir a la peluquería, recortarlo un poco y que me lo arreglaran para la ocasión. Nota que dudo y se pone detrás de mí reflejándonos ambos en el espejo. Me abraza por detrás y une su rostro al mio:
- Y ahora ¿ qué te pasa?
- Voy a ir a la peluquería. Quiero cortame un poco las puntas; hace un siglo que no lo hago y ya me toca.
- Muy bien, te llevaré a un local, que no está lejos de aquí. Allí te harán todo lo que quieras por cuenta de la casa. Es mio
-¿ Tuyo ? No creí que te interesara el apartado belleza
- No especialmente, lo hice como inversión.
- De acuerdo. Iremos a tu salón.
- Pero antes iremos a desayunar. Por cierto - se interrumpe y mete su mano en el bolsillo, y de él extrae un sobre que me entrega junto con unas llaves del coche-. Ya está arreglado, anoche lo trajo Taylor
- Y ¿ esto qué es? - pregunto intrigada. Cuando rasgo el sobre compruebo que contiene un cheque por veinticuatro mil dólares. En un principio no sé qué significa, y ante mi cara de asombro me dice:
- Es el importe que pagaron por tu esscarabajo
- No ni hablar,. es imposible. No lo acepto, de ninguna de las maneras
- ¿ Cómo que no ? Este dinero es tuyo
- No puede ser. Ese coche no lo valía ni de nuevo. No lo quiero
- Es tuyo, Anastasia. Lo vendió a un caprichoso de los coches; era un clásico.
- Muy bien, pues te compro el coche
- No ni hablar. El coche es un regalo por tu graduación. Y no se hable más del asunto. No tengo ganas de discutir. Es tuyo y basta
- Muy bien -. Rompo el sobre con su contenido en mil pedazos y triunfante me sonrio, pero Christian aparentemente permanece impasible, da media vuelta y se dirige al salón y escucho que habla con su secretaria dándole órdenes para que me abra una cuenta con veinticuatro mil dólares.¡ No me lo puedo creer!, y cuando llega hasta mí, estoy furiosa y me encaro con él. Pero Christian también está enfadado y con el dedo índice, me amenaza y me dice que no le presione, que ese dinero es mío y así se quedará. No sé qué decir, ni qué hacer.. Me coge de un brazo, y más tranquilo me dice:
- Y ahora si estás lista vamos a desayunar y después al salón de belleza
Vamos a un local cercano en el que hay donuts de todas clases. Nunca me lo hubiera imaginado en un lugar como este. Sonrío una vez disipadas las reticencias
- A mi me encantan - le digo
-- Cuando éramos pequeños mi padre nos llevaba a estos bares a comer donuts, sin decírselo a mi madre, claro. Decía que no eran muy saludables.
Le pregunto con carácter de qué se celebra la fiesta de esta noche y él me explica que es una fundación que crearon sus padres para ayudar a las familias de niños con problemas, ""como yo ", agrega. Me quedo mirando su cara sonriente, y me parece imposible que fuera un chico conflictivo, después recuerdo todo lo que me ha contado, y trato de cambiar de tema. Soy más rápida que él y cojo el ticket para abonar la cuenta, cosa que no le hace ninguna gracia, pero consigo convencerle que me gusta invitarle de vez en cuando. Casi todos mis gastos los abona él, y al menos deseo corresponder con algo que entra dentro de mis posibilidades.
Ya en la calle me toma de la cintura y paseamos por la arteria principal del barrio. Hay unas tiendas preciosas, casi todas de moda, perfumerías carísimas, alguna que otra joyería y zapaterías con las últimas marcas más de moda. Y me acuerdo de Kate, que aún no lo conoce bien : se volverá loca cuando contemple esta calle.
Nos detenemos frente a un instituto de belleza, exquisitamente decorado, amplio y lujoso. En su amplia portada y en uno de los cristales del escaparate, Hay un nombre en letras doradas " Esclava ". Un extraño nombre, y sonrío. Entramos y la recepcionista nos saluda amablemente, pero con mucha familiaridad, lo que me hace pensar que le conocen. ¡ Lógico si es el jefe !. Pero hay algo que no se me escapa, una frase que pronuncia y deduzco que hay algo que me oculta . " ¿ Lo de siempre, señor Grey ? " Y en ese momento sé que es aquí, justo aquí, a donde traía a sus sumisas. Como respondiendo a mis reflexiones me dice:
- Aquí te harán de todo. Todo lo que os gusta. Los profesionales son magníficos y te harán las últimas tendencias de lo que quieras. Depilación... completa... si lo deseas.
Él se rie, pero no me hace ninguna gracia. No digo nada, pero se da cuenta de que no ha sido oportuno el dichoso comentario. Carraspea y pasa su mano por la barbilla, algo que denota que no sabe por dónde salir. Al fondo del salón se abre una puerta y aparece una figura imponente. Una esbelta mujer vestida de negro con un cabello maravilloso y con un corte extraordinario. Maquillada perfectamente, espectacular. Christian se disculpa y me deja para dirigirse hacia el lugar en donde ha hecho su aparición esa bella mujer. Se conocen, se sonríen. Ella le toma de los brazos y le da un beso en la mejilla. ¿ Y yo no puedo hacerlo?. Entonces me doy cuenta de todo: ella es Mrs. Robinson, y recuerdo que me ha comentado que es su socia y excelente amiga.
Siento hervir la sangre en mis venas. ¿Cómo ha sido capaz de hacerme ésto? ¿ Se crería que no iba a darme cuenta? Es torpe, muy torpe. Le digo a la recepcionista que no voy a hacerme nada, que lo he pensado mejor. Doy media vuelta y me marcho.
Acelero el paso todo lo que puedo; en este momento no quiero fiestas, ni siquiera verle a él. Siento que viene corriendo y me detiene por un brazo cuando las lágrimas resbalan por mi cara, pero no sé si es tristeza o rabia, pero necesito hacérselo patente, que se dé cuenta que he descubierto su manejo
- Ana, Ana. Es sólo un amiga, nada más
-Y el lugar a donde mandabas a tus sumisas ¿ verdad? - Noto que él se queda cortado sin saber qué responder
- Perdona, tu no eres una sumisa.
- Desde luego que no, pero me has tratado como a una de ellas. Te crees muy listo, pero eres torpe, muy torpe. No sabes nada de mujeres, de las corrientes, al menos. Has creído que no me iba a dar cuenta. ¿Sabes el daño que me has hecho?
- Lo siento. Lo siento de verdad. Tienes razón, debí haberlo hablado contigo antes. Y está claro que de sumisa no tienes nada
- Y además ella te ha tocado y te ha besado, algo que yo tengo prohibido. Creo que me voy a casa. Sólo quería lavarme y cortarme el pelo, pero en algún sitio en el que tú no hayas tenido nada que ver ni con los empleados ni con las clientas.
- Esta bien , te lo harán en casa. - Saca su teléfono y supongo que llama al mismo Esclava y da la orden tajante de que en una hora quiere a un peluquero en su casa. Luego me comenta que es uno de los más afamados del país, pero a mi me da igual. El día que había amanecido tan bonito, se torna gris por momentos.
No se atreve a acercarse a mi, pero va a mi lado. Yo voy con la cabeza baja pensando en la carga tan grande que lleva sobre su espalda, y de rechazo yo también. Se rebusca en los bolsillos y saca de uno de ellos el móvil. Responde como es su costumbre: el apellido, cortante, escueto. Pero observo que no dice nada, y el color huye de su cara ¿ Qué pasa? Detenemos el paso y yo le observo detenidamente. Sus labios tiemblan un poco y a mi el corazón se me desboca. Ha pasado algo y estoy muerta de miedo. Por fin apaga el móvil, y me dice con voz segura , sin derecho a réplica, aunque yo se la hago.
- Vamos a tu apartamento. Harás una maleta y vendrás a mi casa. En una hora irá el peluquero
- No - le digo resuelta
¿ Cómo ? pregunta incrédulo
- Pues lo que he dicho. No iré a tu casa, iré a la mía y ya me lo cortaré en otra ocasión.
- Vas a venir a mi casa aunque tenga que llevarte a rastras.
- He dicho que no. No iré a ninguna parte.
- Muy bien, pues tú lo has querido
¿ Será posible ? se agacha y me toma por los muslos y me carga en su hombro. Me muero de vergüenza; todos nos miran y se ríen de nosotros. ¡Menudo papelón estamos haciendo!
- Déjame, déjame... Está bien iré andando-. Me deja en el suelo y yo salgo casi corriendo y él detrás de mí
Estoy furiosa porque va a salirse con la suya, pero de golpe me paro porque estoy pensando que algo grave ha ocurrido para cambiar de actitud y tener tanto empeño en que vayamos a Escala. Me mira jadeando por la caminata y en sus ojos, noto inquietud y preocupación.
- ¿ Qué pasa ?, y no trates de darme evasivas. Dime lo que ocurre o no iré a ninguna parte.
Me dice que han tenido noticias de Leila que siguen sin encontrarla, pero lo más grave es que ha comprado un arma. ¡ Dios mio !, exclamo horrorizada sin sangre en ls venas. ¿ Irá a por Christian despechada de su rechazo? Pero él tiene miedo no por él, sino por mi ¿ por mi,por qué ?. No pongo más objeciones y rápidamente llegamos al apartamento. Haré una pequeña maleta lo antes posible. No soportaría la idea de que a Christian le ocurriese algo
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