Nos mirábamos uno al otro, y ninguno se pronunciaba. Anastasia había salido de la habitación siguiendo la petición de Grace. Elena, chorreando licor, lo había hecho instantes antes, despedida por mi madre. Sólo quedábamos ella y yo. Tenía el rostro demudado; acababa de conocer la parte de la vida de su hijo ignorada desde siempre, escabrosa, sin siquiera sospecharlo. . Yo también lívido. Nunca hubiera querido que Grace se enterara de lo ocurrido a tan temprana edad, pero había sucedido y ahora sólo quedaba dar explicaciones. ¿ Cómo empezar? ¿ Por dónde ?. Como siempre, ella me facilitó las cosas. Tomándome de la mano, como si aún fuera un niño, me llevó hasta un rincón, e hizo que me sentara frente a ella. En ningún momento me soltaba, al contrario, me daba suaves apretones para invitarme a hablar. La angustia cerraba mi pecho, y sentía unas ganas terribles de llorar. Ella no lo hacía, aunque se que un nudo la ahogaba.
- ¿ Cuándo Christian ? ¿ Cómo empezó todo ? Por favor cuéntamelo, porque de lo contrario me volveré loca. ¿ En qué momento te abandoné?No quiero que piense que es culpable. Ella no lo fue, ni mucho menos. Pero se lo tengo que contar, aunque omitiré los detalles escabrosos al límite. Que no conozca la relación tan especial que tuvimos, y por supuesto le ocultaré la que posteriormente tuve con otras mujeres, hasta que apareció Ana, y de repente todo cambió.
- No, no, mamá, no pienses eso. No tuviste la culpa, sólo yo. Por favor no te sientas culpable porque no fue así
-Pues dímelo. Sólo estamos tú y yo. Retrocede a la edad en que ocurrió todo. No te calles nada, porque nada va a sorprenderme ya. Tú no tuviste la culpa. Fue esa zorra sinvergüenza quién te incito a ello. Dime cuántos años tenías cuando empezó todo ?
- Mamá...- La miraba a los ojos y podía leer en ellos su angustia y tristeza, a la vez que culpabilidad. No. Ella, nunca me abandonó, jamás. Y comencé por el principio
- Tenía quince años...-. Ella no hizo ningún movimiento, no dijo una palabra, tan sólo abrió los ojos, quizá con espanto, pero seguí adelante. Ya no había escapatoria. Sería una liberación para mi, la última y definitiva. Estaba rompiendo las cadenas que me unían a mi adolescencia y al modo en que ella me inició. ¿Cómo sería todo si yo no hubiera sido seducido por Elena ? Imposible saberlo; nada podía hacerse por dar marcha atrás Continué:
-Ya sabes que era un chico indisciplinado e insolente, nadie mejor que tú para conocer cómo era. En el instituto las chicas me provocaban, se metían conmigo. Me besaban, pero cuando ya habían conseguido que mis hormonas se alterasen se reían y salían disparadas. Eso me ponía furioso y desahogaba mi frustración a golpes. ¡Qué te voy a decir ! Y entonces tu me dijiste que una amiga necesitaba ayuda para descargar en un volquete unos escombros de unas obras que habían realizado en su casa. Ella se mostraba simpática y bastante sugerente. Me provocaba con sus indirectas y conversaciones, que siempre llevaba por el camino que a ella le interesaba, y yo, a pesar de todo, era un chiquillo y respondía a ellas. Algo debí decirle que no la gustó, o quizá si¡ demasiado !, pensándolo ahora, porque le abrió la puerta a lo que vino después. El caso es que me dio un bofetón, muy fuerte, tanto, que dejó señalada en mi mejilla su mano.
No sabía qué hacer, eso no me lo esperaba. Antes de que pudiera reaccionar, me sujetó la cabeza y me besó, pero no como se besa a un chiquillo, sino un beso profundo, ardiente,... con lengua. No me tocó más que en la cabeza, y ahora, con la distancia que marca el tiempo, comprendo que conocía perfectamente dónde podía hacerlo. Después de besarme, dio media vuelta y se metió en su casa.
Un rato antes de salir, se volvió a presentar ante mi. Yo esperaba un despido, pero me cito para el día siguiente; en ningún momento hizo alusión a lo sucedido. Yo estaba eufórico. Aquello no había sido como las insinuaciones del instituto, había sido una demostración adulta. Mi sangre corría veloz por mis venas. Hice todo el camino hasta casa corriendo y riendo como un bobalicón. En ese momento pensé que me había enamorado perdidamente de esa mujer Que haría cualquier cosa que me pidiera..., y lo hizo y yo me sometía gustoso a ella, porque al final de los castigos que infringía a mi cuerpo, la recompensa era fabulosa.
- ¿ Tenías sexo con ella ? Ahora no estás hablando con tu madre. Necesito saber toda la verdad; haz de cuenta que estás con uno de tus terapeutas. Lo necesito saber Christian, por favor.
Yo la miraba atónito, porque a medida que le iba contando lo pasado, recordaba también las palabras de Anastasia cuando hablaba de pederastia, e iba comprendiendo, que eso fue lo que ocurrió: un adulto seduciendo a un adolescente. Con la cabeza Grace me anima a proseguir, y lo hago. Estoy deseando terminar con el relato, pero a la vez, a medida que hablo, siento un tremendo alivio por ello.
- Si mamá, teníamos sexo. Increíble y yo me sentía transformado. Y cada vez me sentía más seguro de mi mismo y cada vez me daba cuenta que deseaba que amaneciera para verme con ella. Me infringía terribles castigos, pero aguantaba, aguantaba el dolor porque sabía que tendría una recompensa increíble, y así me convertí en su sumiso. Hasta que un día decidí, que sería yo quién diera las órdenes y sería ella quién las cumpliría.
- ¿ Cuánto duró?
- Seis años, mamá. Hasta que Linc se enteró y decidí que era hora de cortar la relación. Tenía veintiuno. Pero algo positivo saqué de aquello: ella me ayudó a montar mi primer negocio. Fui subiendo peldaño a peldaño y creí oportuno hacerle socia mía en lo que ella mas deseaba. tener una peluquería
-Así que ...
-Sí. Así nació Esclava.
- ¿ Hay algo más que deba saber ? ¿Cómo conociste a Ana?
- Lo de Ana fue increíble. Creo que mi ángel de la guarda la puso en mi camino. Todo es diáfano y limpio con ella, mamá. No temas, nuestra relación es de amor únicamente. Lamento que te hayas enterado. Siempre traté de ocultarlo, y ahora pienso que , aunque entonces encontraba que mi vida era normal, pienso que por algo lo ocultaba. En estos momentos sé, que no estuvo bien No en sí por la forma de vida, sino por la manera en que me introdujo . Lo siento, mamá. Lo siento mucho
- No Christian, tu no tuviste la culpa. Ella no debió seducirte, ¡ Por Dios eras un chiquillo !
- ¿ Puedo pedirte algo, mamá ?
- Sigues siendo mi hijo. Mi muy querido hijo. Siempre estaré aquí para vosotros. ¿ Qué deseas ?
- Dame un abrazo. Lo necesito. Esta noche había de ser la más feliz de mi vida, y fíjate... ha sido terrible.
- Ven aquí, cariño. He esperado muchos años para abrazarte ¿ cómo crees que iba a rechazarte ahora? Y este día no es terrible, es maravilloso, espléndido. Vas a casarte con tu ángel de la guarda, os amáis y has descargado un terrible peso de tu conciencia. ¿ Cómo puedes decir que es terrible ? Es esplendoroso
- Ahora si me permites, voy a ir a buscarla. Creo que debe estar preocupada.
-Anda. Ve hijo mío. Yo voy a tomarme una copa. Creo que lo necesito.
Nuevamente la abrazo contra mi pecho y beso su cabeza. Y mientras lo hago, pienso: mamá tú también has sido mi ángel , siempre.